Las letras no sólo se leen, pero por lo visto Alicante éso no lo entiende. En los últimos meses ha proliferado un nuevo concepto de la literatura alejado de la soledad y el relax de sentarte en una butaca o tumbarte en la cama a dejarte llevar por una aventura vivida (o inventada) por otro.
La poesía siempre fue un genero minoritario y arrinconado. De ahí esa reinvención en forma de juglar moderno, llamado rapero, las performances, los recitales mezclados con música, el snobismo del petit comité, la presentación de libros con viandas y vino o la reunión de almas cándidas de la lírica, para que, al menos, entre familiares y amigos, aquello no parezca tan desangelado.
Pues bien, igual que los cristianos se tragan un dogma (que vaya usted a saber), Alfonso Paso, Juan Bay y otros locos «antisistema» (Cultural) tienen fe en cambiar viejas costumbres. Buscan espacios en los que se sirva cerveza (como el Coscorrón), para que la cata de palabras versadas sea más llevadera, y leen por ti. Luego uno recita, el otro pone música, el resto escuchamos atentamente historias sobre al anti-amor, las victorias personales, el porqué de ser escritor a pesar de todo y esas cosas en las que no nos paramos a pensar si otro no nos las recuerda.
En estos tiempos de vagos, eso debería ser un reclamo: no forzar la vista cansada, reinterpretar textos de otros como cuando abres el Instagram y te bombardean fondos horteras con frases de Coelho o Wilde… y, al mismo precio, te levantan del sofá y te evitan ver programas aburridos de televisión, o dormir ¿quién necesita dormir?
No voy a ser hipócrita porque mi condición noctámbula ha perdido trascendencia en los últimos meses. Pero me temo que las cosas no han cambiado mucho desde que no salgo: Mismos parroquianos, menos sitios a los que ir y 15 personas viendo recitales de poesía con la puerta abierta. Ni gratis viene gente nueva. Bueno sí, un hijo de Bay y un hispanogermano al que no tenía el gusto de conocer. Ahhh y un tiparrajo que, con dos cojones, se puso a ver vídeos de Instagram en mitad de las odas…
Era juernes, pero «las masas no entienden de poesía» o quizá aún no sepan que, seguramente, hay 15 personas que se acostaron más felices que ellos bebiendo menos. Por lo menos el señor Paso nos hizo reflexionar más que la caja tonta, aunque visto lo visto, el debate sería si eso de pensar es bueno o malo.
Deja una respuesta