Para doctorarnos en «alicantinidad» nos faltaba entender algunas cosas. Hoy, degustando aún el olor a pólvora que queda en Luceros, con el sonido de los petardos clavado en nuestros tímpanos, podemos decir que formamos parte de la luz que, rara vez, asoma por las calles desordenadas de esta ciudad.
Hoy entendemos un poco mejor el privilegio de ser alicantino. Y nos enorgullece formar parte de este pequeño y ruidoso rincón del mundo. Quizá sea porque un maravilloso error de cálculo nos llevó a palpar la tradición con nuestras propias manos, o tal vez, sea, simplemente, que la positividad hace que te cruces con personas que pueden llegar a cambiar tu percepción de un espacio, con el simple hecho de hacer normal, lo que la mayoría se empeñan en complicar escusados en la insignificancia del «no me cuesta nada» y en la grandeza de «pero, a pesar de todo, lo haces».
Ser participe de la bendita locura de nuestro anfitrión ha sido la mejor manera de asimilar lo que los supuestos y las palabras no pueden explicar. La fiesta no tiene sentido hasta que uno la describe con sus propios adjetivos, después, basta con dejarse llevar por las experiencias que vives, formar parte de una descripción digna de Berlanga, probar un plato de paella cocinado con cariño por Manolita, paladear el jamón cortado por un bombero o unas cerezas recién traídas del Valle del Jerte, o, como no, un trocito de coca amb tonyina… después lo suyo es escuchar la BSO compuesta por el señor pirotecnic e interpretar el guión que el director ha trazado, concienzudamente, con la ayuda de un arquitecto al que no le salen los cálculos, la aportación de una bandada de niños escondidos y una mente en blanco preparada para ser coloreada por vaya usted a saber qué o quién.
Con predisposición todo puede hacerse y con ella, lo que en un principio parecía una acumulación de ruido y humo, se convierte en principio, y final, de todo.
De repente, un cohete surca el cielo y anuncia el génesis de la última mascletá. Los latidos de tu patata se sincronizan con los petardos que marcan el ritmo. Distingues los fuegos artificiales de los reales, notas el estruendo acercándose, te pegas a la pared, sudas como si estuvieras recorriendo los últimos metros de una maratón, los más sensibles derraman lágrimas recordando juegos de niños protagonizados por la pólvora, añoras a tu amor y abrazarlo con fuerza, como si Luceros se pareciera en algo a Montmartre o a los jardines de Marte. Ves las estrellas teñirse de colores en el cielo azul, el ruido acompasándose hasta el punto de parecerse a la canción ideal para el momento que estás viviendo… unos aplauden, otros se tapan los oídos, otros sacan sus pañuelos blancos y los agitan como si quisieran indultar a un toro, los más arrítmicos acompañan con sus cuellos el sonido descontrolado de la traca final o saltan como si no hubiera una manera mejor de expresar la felicidad que recorre tu cuerpo.
Una ovación merecida suena proveniente de todos los rincones de la plaza. Los pirotécnicos sonríen dando su vuelta de honor, el resto se contagia, buscas un cartel con un once para puntuar lo que has vivido, mientras el anfitrión sigue empeñado en que no falte cerveza fría en tu vaso de plástico.
El bombero jamonero sube con un séquito de apagafuegos a brindar con nosotros, decidimos celebrar cada solsticio, cada momento, cada segundo… suena música de charanga, huele a anís de palometa y descubres que la ciudad parece aún más hermosa cuando sus habitantes sonríen. Imaginas un anuncio de desodorante protagonizado por belleas y apuras la fiesta, porque eres participe de ella.
Antonio se despide, como buen anfitrión, nos vamos a comer, a leer cartas que describen futuros alagüeños, a beber cubatas, a visitar a los que no tienen la suerte de estar libres… se hace de noche y huele a hoguera quemada, pisas suelos humedecidos por la banyá… y te acuestas con esa sensación que te deja un buen festival de música, pensando que la vida no es más que un maravilloso error de cálculo.
Anónimo dice
Menudo alicantino de adopción estas hecho Jon!! precioso el articulo!!
María
Anónimo dice
Magnífica descripción
Julia
Jonn dice
Gracias Julia!
Aiol De Lusignam dice
Siento no haber podido estar…Ahora que te he leído me ha parecido estar y sentir…Esa cerveza fria servida con una sonrisa generosa… El año que viene no faltare.
Jonn dice
El año que viene brindaremos con cerveza, entonces; Un saludo Aiol!!!
Escuela Superior de Moda y Protocolo dice
Ha sido increíble la experiencia, y todo ha sido gracias al anfitrión por habernos invitado. Gracias Antonio por hacernos participes en la votación de la Mascletá.
Anónimo dice
Gracias Jonn por la preciosidad de descripción que has hecho…. que relato tan poético, que sensaciones tan vivas puestas por escrito…. me has emocionado…. gracias por este regalo….
La vida nos ha unido y nos mantendrá unidos….
Gracias por tu relato lleno de ternura….
Antonio (el anfitrión)
Jonn dice
Gracias a ti, hay muchas cosas de Alicante que, todavía, tengo que conocer mejor, pero con cosas como la de estos días todo me resulta mucho más fácil;
Espero verte pronto 😉
Un saludo