«Esta no es una crisis de la cultura, deporte o turismo. Hemos actuado en conciencia, ayudando a todos con medidas generales y transversales». El resto de palabras del Ministro Rodríguez Uribes, en la comparecencia de ayer, sobran…
Mientras Alemania o Francia valoran los avatares que artistas, gestores y demás entes relacionados con la cultura, España sigue dejando en la cuneta a los que llevan todo el confinamiento entreteniendo al personal. ¿Imagináis un confinamiento sin conciertos en streaming? ¿sin libros? ¿sin películas? ¿sin series? Pues aunque no vamos a ser hipócritas diciendo que lo que Vox llama «titiriteros» son tan importantes como reponedores, personal sanitario o transportistas, pero es innegable que su labor de entretenimiento es importante y que son, sin duda, uno de los sectores más perjudicados de esta pandemia.
En las peores crisis están las mejores oportunidades, o ya que esta situación proviene de China, habría que tener en cuenta que, como bien apuntaba el malogrado Kennedy: «para escribir la palabra crisis los chinos utilizan dos pinceladas, una representa el peligro y otra la oportunidad».
En España, parece que no llegamos a dibujar la segunda pincelada. Está bien acordarse de Orson Welles, pero una vez más se pierde la oportunidad de dar la relevancia que merece a la cultura: valorándola, regularizándola y asumiendo que, incluso en el mayor de los apuros, sirve para sobrellevar mayor de los dolores, las depresiones y los desconsuelos.
Por eso, en señal de protesta y solidarizándonos con todos aquellos artistas, mánagers, editores, medios culturales, festivales, gestores, conciertos, obras, formaciones, salas, charlas… que no llegarán a realizarse, el lunes 13 de abril, proponemos un apagón cultural total: un día sin música de El dúo dinámico en los aplausos, sin libros, sin discos, sin publicaciones culturales, sin series, sin películas, ilustraciones, fotografías, etc. Que España entera quede en silencio el lunes de Pascua para que, de una vez, se valore el trabajo de los profesionales. Porque la cultura no es un hobbie, es un trabajo y va siendo hora de que se valore como tal.
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