Hay un asunto del turismo que me ronda la cabeza desde hace años y tras leer vuestro artículo sobre el día después de FITUR me he animado a escribiros para hacer una matización que a mí, y a mucha gente de mi entorno, nos parece algo de especial relevancia.
Nunca he entendido porqué se invierten tantos medios y esfuerzos en vender nuestra imagen fuera, a la vez que aquí no hay ni una sola campaña para cambiar nuestra visión sobre lo nuestro. Es decir, si hicierais una encuesta sobre el potencial de Alicante, ya sea como ciudad, o como provincia, entre los residentes aquí, un alto porcentaje de gente respondería con improperios negativos sobre las fiestas, el ocio, la suciedad o nuestro carácter fenicio. Una opinión que no se oculta, que parece nuestro sino y que escuchan, y viven, todos esos turistas a los que se pretende convencer de que vengan. Quizá por eso, la mayoría, no vuelva.
A mí me encanta viajar, pero ni voy a Fitur, ni me dejo llevar por ninguna campaña a la hora de elegir destinos. Al revés, dejo que la gente del propio lugar me lo venda. Por eso, cuando yo mismo intento hacer mi valoración de Alicante, hay muchos detalles que, poniéndome en la piel del turista, me parecen mejorables.
Vosotros habláis siempre de cultura, pero si alguien viene a comerse un arroz, se lo pide en La Explanada y le sacan uno congelado, pues se lleva una opinión equivocada de uno de nuestros dones. Si preguntas por el Castillo y el 80% de los alicantinos no lo han pisado, poca recomendación van a hacer. Si hablas de ocio, pero no tienes una zona concreta para comer, o beber, o para ver el ambiente real de Alicante, acabas en los tugurios que mejor se montan las campañas de Tripadvisor. Y así todo.
En el puente de diciembre, vinieron a visitarme unos amigos, y por primera vez entre en una oficina de turismo. Debió tocarme la rancia, pero aparte de unos cuantos eslóganes aprendidos, sólo supo hablarnos de visitas guiadas, del Mercado y del arroz, sin especificar donde podíamos comernos uno bueno.
Haciendo autocrítica, yo soy un poco así. Reservo para mí mis rincones con encanto y tiro de vuestra agenda para completar el resto del tiempo. Si se quedan más días y hace bueno, voy a Tabarca o a La Vila… Pero creo que, al final, acabo centrándome más en lo que hacemos mal, o no tenemos, que en vender bien mi ciudad.
No sé, siempre me acuerdo de las fotos poco efectivas de las Belleas en Suecia o en Portugal, combinado con la escena de Manuel Manquilla en Airbag hablando del Concepto. Muy paleto, berlanguiano y ridículo.
Creo que, precisamente, eso nos falla, el punto de partida, lo simple, o lo obvio. Sin orgullo y chovinismo, difícilmente nada de lo que ayer escribíais puede tener éxito, porque tendemos a caricaturizarlo todo, en lugar de apreciarlo. Y esa imagen, o ese amor, es la consistencia de las campañas que, como bien decíais, es complicado que tengan continuidad, porque ni nosotros mismos nos las creemos. Y las políticas, aunque se hagan todas las fotos que quieran, tampoco.
Fdo: Vicente Berenguer Torregrosa.
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