Recién celebrada la primera batalla del Torneo de Dramaturgia de la Comunidad Valenciana es fácil encontrar el símil entre un combate de boxeo y la relación politizada de Valencia con Alicante, encarnada en la última reunión entre Raquel Tamarit y Julia Parra.
Emprender una pelea desde la debilidad, no es un buen comienzo. Siempre estamos igual. Vamos a Valencia con la bandera del victimismo, exponemos lo obvio: el déficit de inversión cultural que sufre Alicante con respecto a Valencia y nos volvemos como estábamos.
La Diputación exigió una reunión. Tamarit fue rápida. Y nada más se sabe. Porque las únicas conclusiones, por la parte alicantina, son que Marzá no vino al Marq, ni al ADDA durante su mandato. ¿Y qué? ¿Tanto importa una foto? Lo importante sería saber si la Generalitat aportó algo, o no a todo eso. El resto es política.
Si Julia Parra supiera algo de la realidad de los artistas, de las empresas culturales, o de los gestores de esta provincia, sabría que el mayor problema de la (no) relación entre Valencia y Alicante es la distancia.
La Consellería funciona como el culo a la hora de efectuar pagos y tiene abierta una barrera burocrática que sin día a día NUNCA podremos tirar abajo. ¿Por qué Valencia recibe más dinero? Para empezar, porque los de allí no necesitan 4 horas (ida y vuelta) para resolver sus problemas.
Igual, si en vez de criticar y decir cosas obvias, la reunión hubiera partido de buscar una solución lógica (que el IVC tenga una sede efectiva en Alicante, no nos referimos al Arniches), el viaje hubiera servido para algo. Porque para ayudas, patrocinios y otras muchas cosas, no hay nadie competente de la Generalitat aquí. Y, por desgracia, telefónicamente, el trato es impersonal y muchas veces desganado.
Si la reunión hubiera seguido por asumir que aunque no coincidan los partidos de Gobierno, las tres instituciones implicadas en el funcionamiento de la cultura pública deben «completarse» en lugar de darse de hostias y quedar en ridículo discutiendo quien tiene el «sello» más grande. Pues también, hubiera servido para avanzar.
Si una vez discutidas las competencias, se hubieran puesto sobre la mesa las aportaciones particulares de cada institución y se hubieran repartido fechas y calendarizado lo calendarizable, igual en Valencia se enterarían de que en Alicante, aunque nos ayuden menos, se programan más eventos que en Valencia y no todos tienen cabida en la visión, sin panorámica, de la Diputación. Pero para eso, igual antes de ir a Valencia, la señorita Parra tenía que haber hablado con representantes de las concejalías de cultura de Villena, Alcoi, Alicante, Elche, Denia, Benidorm, Orihuela… bueno, y conmigo, y con otros agentes militantes de la cultura, que están en medio, tienen visiones alternativas y podrían servirle de puente para aplicar fórmulas como una agenda DE VERDAD, el conocimiento «sin sesgos» de la cultura y otras cosas transversales que puede ayudar a resolver algunos problemas.
Lo más irónico, es que Parra echa en cara a Marzá no haber ido a cosas de la Dipu, cuando la Vicepresidenta, rara vez, sale de la endogamia Adda-Marq-Mubag-Gilalbert.
En fin, que dice todo que en la nota de prensa de alguien que ha solicitado la reunión, haya más párrafos de las exposiciones que visitó aprovechando la visita, que de la reunión en si. Demostración efectiva de que, aunque en la Dipu insistan con la estrategia de resumir con una foto lo que requiere participación, seso y planificación.
Con Valencia, el conflicto va a seguir, porque hay muchos cabos sueltos que arreglar. Pero aquí hace falta contenido, discusión, acuerdos y muuuuchos brazos torcidos. Ahhh, y pensar que están representando a un montón de gente competente y diversa que algo debería poder decir sobre los asuntos que no se discutieron.
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