- Fecha: 1 de marzo
- Lugar: Söda Bar
- Entrada: 80% del aforo
- Sonido: Bastante bueno
De bien nacidos es ser agradecidos…
Yo, mejor que nadie, sé lo complicado que es llenar un bar de Alicante para un concierto minoritario. Veo cada semana locales con apenas 10 o 20 personas viendo a músicos de talento, obras de estreno, performances, recitales o presentaciones… por desgracia, ésta no es una ciudad que se caracterice por asumir riesgos, probar cosas diferentes o apostar por planes sin un halo comercial o mayoritario. También hay que decir que eran carnavales, y que el programa del viernes incluía: el jámtrico, la fiesta de Blue Velvet… y otras decenas de propuestas tan buenas como la de ver al director de Alicante Live Music volver a tocar 3 años después.
Porque sí, aparte de no ganar mucho dinero, he renunciado a muchos placeres personales en este tiempo de pelea cultural. Como escribir libros, tener un grupo de música, grabar discos… no me arrepiento, porque tampoco soy Kurt Cobain, de hecho tras 18 años de «carrera musical» uno asume que tampoco es que vaya a llenar teatros (ni bolsillos) con la música, así que me conformo con la respuesta que tuvo mi regreso a los escenarios.
La verdad es que tengo suerte de la vida que tengo. En apenas 4 años he conseguido crear un círculo de amistades, más que afectivo, que me ha ayudado a superar un sinfín de momentos complicados. Y fue un auténtico placer descubrirles una faceta mía que muy pocos de ellos conocían.
Echaba de menos las sensaciones de estar sobre el escenario. Los nervios previos (que maté haciendo de portero), la prueba de sonido, los cinco minutos antes de abrir la puerta, la necesidad de saber sacar todo lo que te ha empujado a escribir las canciones…
Mi mundo, en general, es más interior que exterior, y en estos casos es una ventaja. Me gusta macerar mis pensamientos, me gusta el rock (aunque sólo tenga a mano una guitarra), me gusta sentir que transmito, me gusta que me de igual lo que piense mi interlocutor, me gusta mostrar cuál es el punto de partida de mi ojo crítico cuando me pongo el disfraz de cronista. Me gusta provocar interés, que bailes, que interpretes (a tu manera) lo que digo. Me gusta que seas sincero y te sorprendas, o no, hablar contigo cuando acaba el concierto y que te hayas quedado con no sé que letra, o no sé cuál momento. Me gusta vender, o regalar: 20 discos y 6 libros en una noche, me gusta la farra posterior, la descarga de adrenalina.
Hay cosas que no se pueden comprar, como las buenas sensaciones. Y si algo ha cambiado en estos tres años de silencio es que han desaparecido las aspiraciones y las prisas. Tuve que hacer una criba, quedarme con un 15% de las canciones de mi vida, elegir las que más significan ahora para mí: las reescritas, las intimistas, las que me ayudaron a superar los peores momentos…
Con todo éso y más de 50 locos que pagaron 5€ sin saber lo que se iban a encontrar dibujé una noche diferente, mi noche, con mi música, con mi gente, con los sueños que tuve, con los que se transformaron y con lo que estoy viviendo.
No sé si habrá una próxima vez, pero espero que sea igual de divertido.
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