Venga, hoy vamos a herir sensibilidades y a tratar de sacar de su escondite a esa generación que consume mucha red social, mucho pokemon go y mucha gilipollez. Pero que se prodiga, más bien poco, por la vida cultural alicantina.
O eso ¿es Sólo es un mito? ¿realmente hay alicantinos de entre 16 y 25 años interesados en la cultura? ¿es un problema de pasta? ¿es que no les gusta lo que hay? o, esto de la ciudad universitaria no es más que otra tapadera más para golfear y emborracharse.
¿Dónde estáis querid@s? que no os veo. Da igual que Producciones Baltimore os regale las entradas para sus conciertos, que los teatros públicos y los museos os hagan descuentos estratosféricos, o que la entrada sea gratuita. Mira que vamos a conciertos, exposiciones, eventos diversos a lo largo del año, pero ni rastro de la futura generación perdida.
Como sociólogos frustrados, a veces, nos da por hacer pequeños estudios estadísticos a ojo y, últimamente, nos hemos dado cuenta de que la media de edad de los eventos culturales de esta ciudad sobrepasa los treinta años, por no decir que ronda, más bien, los 40.
Al principio, creíamos que era una cuestión de estatus social, (de dinero, vamos), Pero, después de inmiscuirnos en el apestoso mundo de la noche bachatera alicantina, no creemos, ya, que ese sea el motivo.
La precariedad postadolescente ha estado ahí siempre. A todos nos ha costado Dios y ayuda atracar a nuestras abuelas para que nos dieran la paga para podernos comprar el último disco de Nirvana, los Smashing Pumpkins, o los planetas. Fueron muchas las frustraciones por perdernos conciertos para cuyas entradas no teníamos presupuesto… lo malo es que ahora notamos cierta falta de interés en nuestros sustitutos en el duro reto de mantener viva la cultura.
Es verdad que los festivales están de moda y que sí que hemos visto asomar a algun@s de esas almas influenciables por la locura veraniega. Matellán nos descubrió unos cuantos poetas postadolescentes en sus 2 últimas visitas, adoramos a Enkar Neil, nos encantó sentir la cultura urbana en aquel concierto de poesía musicada de Rapazzoul…
Hay un atisbo de «contraculturalidad» en el mundo del graffiti, el Hip Hop, las iniciativas del Centro 14, ese interesante advenimiento teatral de los jesuitas llamada Nave de Argo, hemos visto cosas reseñables de asociaciones juveniles como Otaku, Tonaira o Don Bosco… pero nos preguntamos si es suficiente. Si, a pesar de que nuestros gustos disten mucho de los que ell@s pueden tener (cosa que ha pasado siempre entre diferentes generaciones) no deberíamos ayudarles a desarrollarlos.Pensamos en qué medidas tomar para integrarlos en este mundo artístico, hacerles ver que la cultura es más necesaria que la noche y que el buen gusto en la vida, vale para diferenciar la carne de una hamburguesa de segunda de un buey de kobe, un reserva de un vino de cartón, o una dosis de rock del bueno de una mierda de reggeatón.
Hoy no escribimos para proponer, sino para escuchar, para que la gente en edad revolucionaria nos calle la boca con sus proyectos de futuro, para entender que es lo que hacemos mal, ¿por qué no llegamos a un público de menos de 25años? ¿por qué no vemos cultura universitaria más allá de los bares, por qué se queja de lo mismo la gente que regenta negocios que apuestan por la cultura, y los que trabajan en los teatro y en los museos…?
Contadnos lo que veis mal, y ayudadnos a diseñar un presente atractivo para vosotr@s, que haga que no nos sintamos como cuando nuestros padres nos taladraban la cabeza con este mismo discurso.
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