Bonita foto la que protagonizaron ayer Ximo Puig, Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau en el Castillo de Alicante. Botanic 2, le llamaron, en lugar del pacto del Castell, o algo más cercano a lo que Alicante debería representar en este entramado de Comunidad de dos velocidades.
Les honra acordarse de esta provincia que recibe el 2% de la inversión pública en cultura (teniendo el 37% de la población de la Comunicad), la única capital en la que no ha calado el mensaje de la izquierda. Quizá tenga que ver que solo vengan aquí a hacerse fotos como esta, a «inaugurar pantanos» y vías de tren. Tal vez haya otras fórmulas para aplacar la sensación de huérfanos que tenemos aquí cuando casi nos sentimos más cómodos compartiendo vecindad con Albacete o Murcia que con Valencia.
El éxito de una Comunidad reside en saber repartir el presupuesto y las competencias. Que no te llegue la Agenda de Exposiciones del Consorcio de Museus y esté plagado de noticias de centros valencianos y no haya mención de las pinacotecas alicantinas, o que el programa del festival Tercera Setmana tenga más de 25 actuaciones en Valencia y sólo 2 en Alicante. Por no hablar de la inversión en infraestructuras, que mientras aquí el cine Ideal se cae a pedazos o el Teatro Principal está en Standby porque ya nadie sabe a qué van a atenerse, allí haya una programación constante, cara (financiada con medios públicos en su mayoría) y separada de todo lo bueno (e imaginativo, por falta de presupuesto) que se hace aquí.
Como somos bien pensados, vamos a desear que la foto del Castillo tiene ánimo de enmienda. Que van a pelear para que ese marco sea en los próximos cuatro años Patrimonio de la Humanidad, que La Británica, aunque no haya ganado Sanguino, se destinará a funciones culturales. Que la otra foto de Oltra y los representantes de Compromís en el Ayuntamiento, delante de la derruida fachada del Ideal, es algo más que una mera campaña electoral. Que nos van a meter en la Agenda, que nos van a ceder algún estreno más que el que vimos de Sol Picó, que van a destinar una parte del presupuesto de ciclos como las noches del Botànic, al Castillo, al Arniches, al Principal, a Villena, a Elche, a Orihuela, a arreglar nuestro patrimonio deteriorado… y, sobre todo, que serán buenos políticos, y aunque en la Diputación o en el Ayuntamiento de Alicante gobierne la derecha, no olvidarán que a los alicantinos también nos gusta la cultura, la fiesta, la gastronomía, ganar un sueldo decente, pensar en un futuro más allá de lo que el sector servicios aporta… y todas las cosas que prometieron hace cuatro años y sólo se han visto reflejadas en Valencia, capital, y sus aledaños.
Alicante es parte de la Comunidad Valenciana. Podría ser la capital, como lo es la otrora ignorada Vitoria en Euskadi, podría ser un marco específicamente cultural, un proyecto de zona verde/pulmón, un centro neurálgico del turismo de costa, un referente tecnológico… y muchas otras cosas más atractivas que el puto rol de eternos olvidados que nos han asignado.
Aquí hay ideas, pero no hay presupuesto para llevarlas a cabo, así que esperamos que sean conscientes de lo que se está meneando aquí y que las futuras fotos de Puig, Oltra y Martínez Dalmau, sean mostrando al mundo las consecuencias de apostar por la olvidada provincia de Alicante.
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