Entre el blanco y el negro, o la izquierda y la derecha, hay una paleta de colores diversos que esta pandemia ha dejado al descubierto para quien se ha atrevido a aparcar los supuestos y jugar con otras piezas para conformar un mismo puzzle llamado vida.
Aquí llevamos tiempo reclamando una dosis de autocrítica generalizada y no sé vosotr@s, pero nosotr@s sí que estamos aprovechando este parón para reflexionar y tratar de ver más allá de lo que la rutina no nos deja ver.
Sabemos que hay mucha gente decepcionada con que no pasemos de fase (como si esto fuera un videojuego con pantallas), que hay un duelo abierto entre chovinistas fehacientes, liberales que obvian que los muertos tienen nombres y apellidos y valen más que cualquier fajo de billetes reluciente y catastrofistas que se debaten entre la conspiración, la creencia de que tener Facebook te convierte en científico, virólogo, filósofo, presidente del Gobierno o tertuliano y el error de tener prisa incluso cuando la vida te ha concedido un respiro que no tardarás en reclamar.
La primera impresión es que ésto es una putada, que todo es desorden y debemos correr para ponernos en la fila adecuada para reclamar ayudas, pagas, pagarés y letras. La suerte, es que aunque, como buenos españoles, nos sigamos esforzando en resumirlo todo con un adjetivo o un titular, ésto no es ni una ecuación que vaya a cuadrar con una idea brillante, ni un relato ya escrito antes que simplemente podamos ir leyendo.
Puedes ser socialista, pero también autónomo. Cortocircuito. Querer que empiece la Liga, o que se abran los teatros, porque, claro, sin hobbies hay una parte de ti que no se llena del todo. Y has descubierto que algo parecido le pasa al del PP que tiene un vecino empresario que puede acabar en otro barrio por falta de fondos y quizá es la barba de Casado la primera que quiere poner a remojo.
Puede que no ir a la peluquería, haya sacado de ti un reflejo ante el espejo que ni imaginabas. Seguro que por un rato, has dejado de ser egoísta, has aplaudido en tu balcón, has dado tu brazo a torcer, has desconfiado de quien venía de frente, has rezado incluso siendo ateo, has dejado de mirarte al espejo o has hecho deporte, aunque seas más de los que pasan su tiempo en una terraza bebiendo cerveza. Puede que hasta te haya dado por leer, o por ver otro canal, o escuchar otra emisora.
La mayoría de nosotr@s, en estos más de cincuenta días hemos hecho cosas imprevisibles. Ninguno escribió en sus propósitos de año nuevo nada de lo que ha pasado… Según las estadísticas, 1 de cada 5 está deprimido, más de la mitad hemos llorado en algún momento, nos hemos sentido cómodos e incómodos a partes iguales. Los casados han soñado con un rato de soledad, y los que viven solo han envidiado a quienes tienen asegurado un supuesto abrazo antes de dormir.
El puto bicho este, nos ha hecho aparcar todo lo que nos hace discutir, para ver un horizonte blanco, negro, rojo, verde, azul, naranja, morado y amarillo. Los listos, o los que tienen capacidad de aprender de las desgracias, saldrán a la calle con mascarillas. Pero entre el pelo de fan de los Zeppelin y el cuello, espero que más de 2 ojos, miren la vida con otra perspectiva, que con el tiempo, esta desgracia, este empezar de cero (otra vez), acabe siendo una nueva oportunidad, un cuento que contaremos a nuestros hijos/nietas: La pandemia que nos hizo entender porqué nuestros abuelos vivieron la vida más intensamente después de la guerra, pensando más en como evolucionar, que en el hambre, los números rojos o la enfermedad que nadie sabía curar antes de que todo ésto empezara: el egoísmo.
Deja una respuesta