Mariacastaña y Bruno llegan de ese lugar arcano en el que nacen los cuentos. Miran al público a los ojos y acuden personajes como bandadas de gorriones a comer de sus manos. Tocan músicas, recitan fábulas, inventan disparates y hacen danzar a los títeres en el retablo.

¿Duerme el gato dentro de un sombrero?, ¿quieren ver como un payaso-equilibrista aguanta en su nariz una pesada barra?, ¿hay un desfile de ranas, moscas y diablos paseando ante el público? Todo es posible cuando Mariacastaña y Bruno llegan convocados por la mirada transparente de los niños, todavía mejor si están acompañados.