Segundo concurso para gestionar el Instituto Juan Gil-Albert. Esta vez concurrirán 14 personas y la Diputación se vanagloria del éxito, cuando en realidad, debería haber habido un debate previo sobre el lugar que el Instituto de la Cultura debería ocupar en el entramado socio-cultural de Alicante.
Siempre hemos dicho que la cultura no tiene las mismas varas de medir que otros aspectos de la vida política. No debería tratarse de presentar un curriculum y pasar unas pruebas puramente burocráticas para que, al final, todos pensemos que el puesto está dado a dedo.
El Gil-Albert necesita un proyecto. Un rupturismo que acabe con la aburrida endogamia en la que lleva años inmerso. Buscar un hilo conductor entre lo que se cuece fuera y lo que una institución puede aportar a su crecimiento. Y sí, mantener los lazos con las universidades, hacer crecer la Cassa Bardin como sede y trazar un plan para que el conglomerado artístico , las nuevas cabezas pensantes de la provincia y la modernidad se impongan al amiguismo y la pedantería
La cultura alicantina necesita vías donde exponer todas las propuestas sueltas, y como en el circuito de escénicas, la Diputación puede ser un buen catalizador de todo eso a la que las instituciones llevan años dándole la espalda. Es obvio que hay una apuesta profunda por la programación del ADDA y un interés porque las pequeñas poblaciones tengan medios para programar conciertos, teatro, danza, arte…. pero desde fuera, da la sensación de que no hay un proyecto común, nada que aúne las diversas sensibilidades y quizá ha llegado la hora de replantearse para qué sirve un presidente de un Instituto, o qué aportan los tres técnicos de grupo A-1 que van a (volver a) juzgar las candidaturas, si a la hora de la verdad, todo se limita a una delimitación del todo, encarnada en revistas que nadie lee, publicaciones que dan de comer a cuatro y obras de arte que acaban llenándose de polvo en los bajos del MUBAG.
En definitiva, la Diputación debería «exigir» un plan conjunto a los ayuntamientos de la provincia para poder llevar a cabo una serie de políticas culturales a medio-largo plazo, que obtengan una continuidad en el tiempo. Y quizá, el IAC Juan Gil-Albert pueda ser la llave diplomática que consiga unir los cabos sueltos perdidos en la falta de diálogo irritante
La selección (oficial)
La labor de selección la desarrollará una comisión de valoración compuesta por un mínimo de tres miembros, todos ellos personal del grupo A1 del Instituto Gil-Albert o de la Diputacion de Alicante.
La comisión se constituirá en los próximos días para comenzar a estudiar las propuestas y hacer una primera selección de este proceso abierto y participativo. Se estudiará la documentación presentada y se procederá después a elegir a un máximo de cinco candidatos atendiendo a la idoneidad del perfil profesional.
Las personas preseleccionadas dispondrán de cinco días hábiles para presentar una propuesta de coordinación de la programación cultural del IAC, en la que deberán incluir los objetivos estratégicos a alcanzar. Se podrá acordar, además, la celebración de entrevistas con los candidatos para aclarar aspectos de su propuesta de coordinación y valorar su capacidad.
Los aspirantes deben tener, entre otros requisitos, la titulación de licenciatura o grado universitario, así como experiencia en tareas de dirección y gestión de proyectos culturales, autoría de obras o artículos literarios o sobre temas culturales. También deberán haber realizado conferencias o jornadas sobre temas culturales y acreditar experiencia en docencia universitaria en el ámbito de la cultura.
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