Esta mañana me he despertado con la noticia sobre la propuesta del PSOE de Madrid de que los colegios estén abiertos once meses, de 07.00h a 19.00h.
La realidad es que la natalidad está por los suelos y una gran parte de culpa es de la imposibilidad de conciliar la crianza con el resto de tu vida. De hecho, se podría decir que el sistema está concebido para padres con 4 abuelos, dos sueldos decentes, una casa que no te quite, al menos, uno de esos sueldos… y eso, sin entrar a sobresaturar a las criaturas de extraescolares, campamentos de verano, Melamin, para que todos durmamos, y el «a tomar por culo vida social (y de pareja) con el que los que se «arriesgaron» a procrear colapsan sus conversaciones.
Yo entre ellos… Porque desde que soy padre, mi vida parece una competición de a ver quién está peor. Es más, yo soy el que peor está. Jaja.
Penurias aparte, la realidad dice que mi hija (de 3 años) acabó la guardería el 30 de junio. Y, cuando acabe la pollada de la adaptación, será ya 20 de septiembre: 81 días de 24 horas en total.
El 80& de nuestro presupuesto de vacaciones: 700€, se fue a la escuela de verano. Y con el otro 20% hemos hecho malabarismos varios para cuadrar los 22 días que mi mujer tiene de vacaciones con mi «flexibilidad» de autónomo, esa que explica mi deterioro personal encarnado en ojeras, barriga y cansancio crónico mitigado, en parte, con dos cafeteras diarias que me bebo.
Con mi mujer… me cruzo. Con mis amigos quedo poco, por no decir, nada. Muchos hasta se han olvidado de mí, con razón. Tanto que he tenido que desarrollar una especie de consuelo social basado en las conversaciones con el panadero y los ratos de piscina y parque que me deja la energía inacabable de mi pequeña superheroína.
Como parte débil (en todos los sentidos) de la pareja. Dedico más tiempo a la niña. Duermo menos. Estoy irascible, aunque contraproducentemente, sigo educando a mi polluela con juegos, imaginación, música, eventos para nenicxs… y, lo más importante, sin pantallas. Hecho que me ha hecho acreedor del adjetivo «pringao» en numerosas ocasiones y un cansancio que ni cuando hilaba 3 juergas seguidas… Pero es que para eso, no hubiera sido padre.
Hoy, después de perderme el 99% de las ruedas de prensa de julio, agosto y septiembre, una parte de actos importantes y todos los eventos nocturnos… he tenido la brillante idea de ir con mi hija a la puesta de largo de la programación del Arniches. Creo que he quedado como un auténtico gilipollas. Porque para el IVC el curso escolar ya ha empezado (mis cojones), los presentes ya han criado o no tienen hijas… y aunque todos vayamos de feministas, paritarios y todas esas cosas, se entiende poco, todavía, que un padre intente mantener su vida en los 5 o 6 primeros años de vida de su hijo-a.
Al final, aunque Marina me ha echado una mano, a mitad de rueda de prensa, he tenido que llevar a mi hija al baño. Luego, el Arniches se ha convertido en una pista de carreras y he acabado agachando la cabeza, recogiendo mi ordenador y yéndome sin mirar atrás.
81 días de vacaciones son demasiados días, para alguien que no se ha tomado, formalmente, ninguno. Y lleva tres con periodos esporádicos de trabacaciones. Porque en ese tiempo, sólo hemos tenido «cobertura» 3 veces, contadas, de unas horas, y sin exagerar: Dos para irme a dos conciertos de Vetusta y Morgan, con mi mujer. Y el otro para una mudanza tras la insufrible pandemia.
No me arrepiento de haber escogido ser padre. Ni siquiera de haberlo sido tan tarde, porque mi mayor consuelo es haber acumulado las suficientes vivencias para no envidiar gran parte de las cosas que dicen que me pierdo. Pero ya me he apuntado al AMPA del nuevo cole de mi hija y le puedo decir al PSOE de Madrid, o a todos los que viven otra realidad, que la conciliación, en las condiciones actuales, no es posible. Que en otros países, las vacaciones de verano duran un mes, y el resto del año el periodo de asueto está consensuado en el 90% de los trabajos, entre los ministerios de educación y los de trabajo.
Así que o empezamos a mirar a otros lados para aplicar sus políticas, sus horarios y su forma de vivir, o empezamos a hacer calendarios laborales, con sueldos de más de 1.500€, 81 días de vacaciones en verano, 10 en Semana santa y otros 10 en Navidad, más los moscosos, para los virus y los ratos de pediatra.
Lo que no puede ser, es que basemos nuestro concepto de crianza en la antigua teoría del sueldo fuerte, en que tenemos a mano 4 abuelas-os, o en que nos podemos permitir pagar una escuela de verano de 700€ todos los años. Porque tal como está subiendo el IPC y viendo las previsiones, no sé si va a ser posible ahorar NADA. Y, aquí, sólo falta que el estrés, lo multiplique el hecho de que el sueldo se acabe, todavía, antes.
PD. Este artículo está escrito mientras mi hija termina de cenar. El trabajo de esta tarde, se ha limitado a la hora de inglés semanal de mi retoña, aderezada con el rato de siesta. El rato de la noche en el que la gente ve series de Netflix terminaré las agendas, la newsletter, los grupos de Whatsapp, el Telegram… y una parte de las programciones que me mandan para ya. Pues eso. Para ya… si no me duermo antes.
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