No voy a negarlo, en general, Barcala se está portando bastante bien durante la pandemia. Da la cara, dando ruedas de prensa desde su casa, toma decisiones, no dice en Instagram que se aburre… pero más allá de los votos que pretenda captar entre las masas de católicos, se le ha ido la anchoa con el tema de la Santa Faz. A él y al señor Mazón y sus secuaces, que han secundado el despropósito desde la Diputación.
Quizá necesita una dosis de Newtral.es para evidenciar que no fueron precisamente las vírgenes y los santos los que nos salvaron de la mal llamada gripe española, ni la peste. Y sí, a estas alturas de pandemia, muchos hemos perdido la fe y otras cosas, pero pensando que llevamos dos aperturas de noticias nacionales esta semana con Ortiz y la Vicealcandesa, hacer «un dos sin tres» con la Santa Faz, nos dejaría, para variar, a la altura del betún.
Primero, porque tod@s nos creemos con derecho a ser los primeros en salir (runners, cazadores, turistas, propietarios de viviendas de vacaciones…) , pero bastan un par de meteduras de pata para volver al punto de partida del que nos está costando salir. Segundo porque las normas del estado de alarma dejan claro que está PROHIBIDO romper el aislamiento porque sí, y porque, habría que preguntarse si sería oportuno que cada población del mundo quisiera sacar en procesión a sus santos patrones.
De primeras, ya hay colectivos parroquiales organizándose para verla pasar, gente que propone subirla en autobús, hacer la romería por partes… hay funcionarios, policía, curas, autoridades y pagafantas haciendo cola para contagiarse y, les guste o no el virus mata. Y aquí estamos todos en casa, sin salir y siendo responsables.
Así que si quieren rogar por las almas de los alicantinos, empiecen por no ponernos en peligro y después, si quieren rezan a su Dios, a su santo o a la virgen que les plazca. Pero a la Santa Faz, déjela en su casa que bastante ha tenido ya este año con la polémica de las monjitas.
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