Conocí a Mise hace 8 años. Ni siquiera vivía, ni imaginaba que acabaría viviendo, en Alicante. Pero las casualidades de la vida, a veces, te llevan a lugares inesperados como Altea.
Entonces, los graffiteros eran semidelincuentes pintamuros, vigilados por la policía. Allí, en la fina línea que separaba el arte del delito, había una dosis de adrenalina, libertad, chabacanismo, idealismo y aventura, mezclada con un último año de carrera de Bellas Artes, la parte realista de los lienzos adaptada a la precariedad que estaba por venir y otros pecados de juventud que reservo para mi creciente fanatismo por esa obra a la que todavía le quedan muchos capítulos por dibujar.
Entonces no sabíamos que acabaríamos siendo familia. Lo raro es que en el trayecto ilógico que nos fue uniendo, confluían parecidos razonables analizados ante copas de vino, conciertos, discusiones de política y bocetos de lo que luego acabó siendo La Tapia o alicantelivemusic.com, de cuyo logo, por cierto, él es el autor.
En este tiempo he vivido de cerca su evolución. Desde los concursos de pintura, hasta el blanco y negro de Atenea, pasando por las residencias del MUA, Segovia… los madrugones de reponedor en Alcampo, alguna visita guiada por el MACA, la expo de La Ambrossía y unas risas bebiendo Patxarán o comiendo como los señores que todavía no hemos llegado a ser.
Hoy, cuando le he visto dando ese «discurso institucional» ante la nueva directora del Gil-Albert, me he acordado de toda la mierda que uno se tiene que comer para llegar hasta ahí. Por el camino, van cambiando los adjetivos y pasas de graffitero a muralista, de bohemio a artista, de ilusionista a padre y de soñador a hostiado. Nada es malo, porque de todo se aprende un poco, aunque, como dice la canción «a veces duela (demasiado)»
En la oratoria del Comisario y ángel de la guarda de Mise, Bernabé Gómez Moreno, todo eso se pinta bonito. Se le «quita hierro» a las horas de estudio, al olor a disolvente de la casa, a los callos de las manos y las ojeras, a las veces que te cagas en el sistema éste que encumbra a sólo unos pocos… Uno no sabe si la sonrisa de la escucha a la sombra es de felicidad o de venganza contra todos esos lastres que uno se come hasta llegar a este nuevo punto de partida en el que tienes el apoyo de tu familia, de tus amigos del instituto y de los que como tú (Toni Cuatrero, Manuel, Doble 13…) han aprendido a base de hostias a fajarse de las ataduras, las leyes no escritas y los supuestos.
Algo has debido hacer bien para que tanta gente esté orgullosa de ti. Seguro que hasta, en parte, compensa todas las horas malpagadas y los riesgos que te han traído hasta aquí. Lo mejor de todo es que uno aprende a restar relevancia a lo (mal) vivido, disfrutando el momento. Nunca fui un experto en arte, pero dándome una vuelta por la Casa Bardín, me ha gustado ver una parte de mis últimos años pintada en rojo, amarillo y azul. Y me ha gustado entender que, también, hay una parte que me he perdido, o que eres mejor pintor que economista, porque, por suerte, en ésto, te han salido mal los cálculos.
Bernabé tiene razón. Hay mucha magia en esos diarios. Y más aún cuando tienes la suerte de formar parte de un pedazo de ese día a día. Quien tiene sensibilidad sabrá entenderme y quien te conoce, estará conmigo al afirmar que mereces éso y mucho más.
Dicho ésto, decirle a los que no estuvieron, que, por suerte, la fiesta sigue hasta el 29 de septiembre 👇
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