Llevaba mucho tiempo echando de menos las luciérnagas, las mariposas, las luces de neón y los parapapás. Así que, como cierto día lluvioso en Murcia, en otro no regreso a la universidad llamado BUM, volví a sentarme al pie del albero, a disfrutar del espectáculo.
Como un viajero del tiempo, me trasladé a mi época universitaria y, aunque adolescentes no había muchos, seguramente, porque 20€, en pleno trajín de compras de libros y alquileres de piso, son más de lo que ciertos empresarios visionarios se creen, sí que vi unos cuantos maduritos con el síndrome de Peter Pan anudado al cuello de sus camisas.
En fin, que la escusa siempre es buena, aunque haya un speaker, que todavía no sé bien que coño pintaba allí, y siga haciéndose grande el bulo de que el indie lo abarca todo. Noooooooo, indie, es Anni B Sweet, Lori Meyers es algo así como un grupo psicodélico de los setenta viviendo la REALIDAD de los prolíficos años diez y Miss Caffeína es puro y duro: pop.
La indie «cantautora con grupo», fue la primera en salir al ruedo, después del presentador prescindible. O no, porque much@s de l@s presentes, por lo visto, desconocían el talento de la malagueña y habían hecho la jugada de buscar en el Spoti algo de la chica de Subterfuge. Craso error, porque no estaba la noche para Haitis y versiones de Aha. Lo que sí que hubo fue muchos momentos «Chasing Ilusion» mientras los restos de la boda del mediodía, se iban hundiendo en las burbujas de la primera cerveza de la noche.
Para sentir a Anni, hay que sentarse (lo que teniendo entradas de grada no fue tan complicado) y escuchar. Esto estuvo más jodido, porque en Alicante, eso es un arte en desuso. Así que fui moviendo mi culo hasta encontrar un sitio en el que el respeto se hiciera canción, y mientras algun@s reinterpretaban lo de «capturing images» en forma de Selfie, yo cerré los ojos y me dejé llevar por una de las mejores voces del panorama alternativo patrio y degusté cada matiz de motorway, getting order, drive… preguntándome por qué en mi época no nos enseñaban inglés como es debido. ¡Joder!
Con el regusto dulce (o sweet) del final de la primera escena, el calor con tono otoñal, lo puso un pipa de excepción llamado Sendas espirales. Quien hizo llevadero los cambios de escenario con música de los piratas, sus remixes y, de paso, delatando a los que hubieran estado más a gusto en la calle Castaños que allí.
A mí por un rato, también me pasó lo de querer irme. Por una vez, en mucho tiempo, tuve que tragarme un concierto de Miss Caffeína, o más bien, Sin Caffeína. Es evidente que los madrileños tienen su público y que algo deben hacer bien, sino no estarían en la mayoría de carteles de los grandes festivales de la península. Pero a mí me parecen un auténtico peñazo. Son como un grupo de los cuarenta de los años ochenta, que se ha colado en el presente.
Así que, entre bostezo y bostezo, comprobé que sigue habiendo fan´s enloquecidas como en los tiempos de los beatles, que todavía hay gente que se aprende las letras y no valora solo los subidones y que sí, que eso del One Hit Wonder, también es trasladable al «Mira como vuelo».
Tras otro receso en espiral, saltaron, por fin, los Lori. Calentaron motores en la habitación roja del Hostal Primordán, antes de tocar mi tema favorito: Luciérnagas y mariposas.
Luego, con un aire más setentero de lo que recordaba, repasaron temas de su último disco: Planilandia, Impronta… bailamos ese charlestón llamado «Corazón elocuente» y luego una de esas tracas intensas que duran mucho. Noni sigue descamisado y escondido tras su guitarra, quizá las Luces de neón tengan otros talentos que iluminar a su vera, o puede que se pise mejor cuando se ajan un poco los zapatos nuevos.
El caso es que para cuando retrocedieron las aguas, sobraban las explicaciones, los sueños, más que conciliarse, se bailaban y quien no era capaz, sucumbía a la opción fácil de emborracharse.
Hubo tiempo hasta para escuchar una nueva, echar de menos a Anni B Sweet en el tiempo pasará, soportar hasta un huracán… debe ser la alta fidelidad, ajena a las cronoláneas, y los tiempos que se paran cuando los dilemas pierden trascendencia y se acaban de comer la plaza con Una señal… y claro: Mi realidad, y la de tod@s.
Así, sin bises ni hostias, a pelo y con intensidad, para que l@s universitari@s alargaran la noche y los mayores nos fuéramos a la cama con ese placer que siempre nos deja acabar una noche, recordando otras casi tan buenas como esta.
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