Históricamente, hablar de la Feria del Libro de Alicante ha ido siempre ligado a una lucha ridícula de egos que más que apoyar a la literatura, la desvirtuaban.
Por suerte, hay gente como Marina Vicente con una perspectiva mucho más práctica y dinamizadora. Ha sido ella la que, este año, se ha echado el mundo por montera y obviando zancadillas, despropósitos y otros escollos que no vienen a cuento, ha perfilado un nuevo encuadre dando relevancia a lo que realmente lo merece: El libro, el autor que lo escribe y el lector que lo lee. Ya, que cada librero (asociado o no) elija el rol que quiera para su función en la historia.
Lo que va a pasar del 28 de marzo al 7 de abril en la nueva ubicación de la Plaza Séneca viene perfectamente detallado en la web que han creado para la ocasión: https://www.ferialibroalicante.es/ donde podéis encontrar las decenas de eventos, talleres, firmas de libros… programados, conocer a los más de 200 artistas, la mayoría alicantinos, que participarán en la feria, así como los horarios, las librerías participantes, etc.
Con el eslogan «Mujeres de palabra», la organización ha decidido, con buen criterio, dedicar las mañanas al público más joven (entre 12 y 18 años), no obstante, visto como está el patio, hay que fomentar la lectura entre las nuevas generaciones. No sea que la ignorancia nos haga olvidar lo que la historia escribió en renglones que es mejor releer que olvidar.
Además, la feria pretende ser una reivindicación del papel de la mujer en la literatura, tras el Premio Nacional de las letras a Paca Aguirre (quién, por cierto, merece algo más que una simple rotonda), pasarán por las carpas de la Feria: Espido Freire, Sónsoles Ónega, Paz Castelló, Margarita del Mazo, Patricia Miller… y entre los eventos más destacados, podremos ver al gran Manuel Vilas inaugurando este sarao de las letras, una escenificación de la mítica compañía Carros de Foc, o la oportunidad de que más allá de una simple firma, conozcamos mejor a Benjamín Prado, Ismael Serrano, Luis Larrodera, Mariano Sánchez Soler, Elia Barceló o Inma Chacón.
En definitiva, que como siempre ha pasado, las guerras es mejor convertirlas en novela histórica que recrearlas constantemente. Por eso, es de agradecer que instituciones públicas y empresas privadas pasen página y apoyen esta luz literaria que merece toda la atención de la ciudadanía, no por la portada de tapa dura, sino por el contenido, que es bueno, imprevisible y, sobre todo, muy atrayente.
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