Al hilo de los artículos publicados recientemente, sobre el «Boca a Boca» de la cultura en Alicante y la Crítica positiva, he decidido enviar esta «crónica» de lo acontecido el sábado en la librería Fahrenheit 451, disculpen les lectores el «nivel inexperto» de este «cronista».
Texto: @adri77conciertos
Llego a Fahrenheit 451 casi a las 20.00h. Tarde, según la hora anunciada, pero por experiencia uno ya conoce donde puede «permitirse» la impuntualidad y dónde se debe llegar puntual o incluso con antelación suficiente.
La causa creo que en este caso estaba justificada. Sin don de la ubicuidad, asistí a la proyección previa de un documental sobre Radios Libres, en el Ateneu Popular de Carolines, pero por el conflicto de horarios, tuve que abandonar el interesante y fluido debate posterior a la grabación de un programa de radio sobre la proyección exhibida.
Ya en el ROS (disculpad la dispersión) llego justo a tiempo para el inicio de la proyección de algunos de los cortos premiados en las anteriores ediciones del festival.
El aforo de sillas disponibles en el espacio destinado frente a la pantalla está completo y me acomodo en el muro que lo separa de la entrada. De los 7 cortos que pudimos disfrutar 4 ya los vi en su día, así que descubrí 3 de ellos, una gozada con la que no contaba puesto que el director del festival ya me anticipó que no se trataba de nuevos cortos.
Ricardo Domínguez fue introduciendo entre corto y corto pequeñas informaciones sobre lo que íbamos a ver, si bien parte del público no pudo escucharlas, luego explicaré el motivo. La proyección finalizó con una octava pieza que no era un corto en si mismo, se trataba de un vídeo resumen de los momentos más reseñables de las anteriores ediciones.
Ahí se iniciaba la parte de agradecimientos por parte de Salva, F451, y Ricardo, así como el anunciado debate, que se convirtió en un diálogo informal sobre el contenido y significados de los cortos visionados.
Y hasta aquí sería lo cualquiera esperaría a la vista de lo anunciado, que no es poco, pero somos seres sociales, unes más que otres (y lo digo por mí) y las conversaciones al respecto de los cortos y otros temas siguieron a la puerta de la librería.
Sobre este hecho reseñar que les que disfrutamos viendo cortos echamos en falta que se puedan ver en pantalla grande de forma habitual, sabemos que las salas no están especialmente interesadas, aún cuando algunas de ellas tienen estrenos casi vacíos, que en pantalla pequeña las televisiones públicas ya no apuestan por ellos, cuando en épocas pasadas la 2 y Apunt si lo hicieron, y el pequeño «oasis» online durante el confinamiento pandémico ha quedado muy restringido por las limitaciones que imponen esas plataformas para acceder al visionado.
Del mismo modo que en la música se requieren salas y público que apuesten por quienes se inician o tiene propuestas fuera de los circuitos más comerciales, se podría comparar con la exhibición de cortometrajes. Afortunadamente nos quedan muchos y prestigiosos festivales en la provincia a los que poder asistir.
De este «Boca a Boca» surgieron otras inquietudes como: la falta o desconocimiento de espacios donde exista participación del público, como sucedió tras esta proyección, y sucede a modo de ejemplo cada mes en el cineforum literario de la Filmoteca de Sant Joan o en la sesiones de DEC en F451, por citar algunos que se aportaron.
En algún momento de estas conversaciones Ricardo sugirió la posibilidad de continuar la conversación en la Taberna Sonora, por fin es otoño de verdad y en la calle una brisa fresca invita a refugiarse en un espacio cerrado.
Finalmente un pequeño grupo de amigues afines al director, actrices y espectadores acabamos tapeando en la Jacapaca, donde la conversación ya no estuvo solo relacionada con la proyección y el festival. Como «cronista» vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo os la voy a pagar: el motivo por el que parte de los asistentes no pudo escuchar los comentarios que realizó, introduciendo los cortos, fue por que estaba situado en la parte de los que estábamos de pie, detrás del altavoz, por lo que para que lo pudiesen escuchar su voz debía de haber superado el volumen del «otro» emisor, generándose un particular «muro del sonido».
La velada finalizó en el Jendrix Rock Bar, donde nos reencontramos con otres asistentes, así como con parte de los organizadores del Festival de Cine Fotograma Rojo, que tendrá lugar en la Cigarreras, y al cual os recomiendo la asistencia, aunque mi agenda no me permitirá hacerlo el día 12 Que la fuerza, del cine y la cultura, os acompañe!
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