Tras más de 80 días desde que empezara el Estado de Alarma, volvemos a ver la luz al final del túnel. En realidad nada parece que vaya a cambiar demasiado, pero va a ser extraño (y gratificante) saber que los museos vuelven a estar abiertos, que habrá conciertos en el ADDA, una obra con Sold Out de invitaiciones en el Arniches, terrazas en los bares culturales donde, poco a poco, nos iremos reencontrando los culturetas… y un horizonte con muchos interrogantes que hemos «bocetado» paciente y sesudamente durante estos casi tres meses de encierro, conciertos en streaming, debates en redes… y llamadas, muchas llamadas.
La expectación y la huída hacia adelante hace que seamos un poco más optimistas que antes de toda esta crisis. No porque vaya a haber más dinero a repartir, ni porque el público se haya concienciado de lo importante que han sido los libros, la música o la expresión corporal durante la pandemia. No han cambiado los directores de los teatros, ni los Concejales se han dado un golpe en la cabeza. No. Pero sí que ha habido una pequeña revolución asociativa. Las orejas al lobo han hecho su trabajo y el boom del zoom ha hecho todo lo demás.
En 80 días, como el viaje de Willy Fox, hemos pasado de la pataleta a la crisis, de la crisis a la creación, y de la creación a la certeza de que colectivamente podemos ser más fuertes de lo que muchos imaginan.
Las penurias traen consigo el rupturismo. Y si a eso le unimos el tiempo para leer cosas que hemos tenido, encontramos una tecla en desuso llamada lucha. Es obvio que la vida del artista es una pelea constante, pero con el freno de mano, y sin prisas, ni vorágines, ni pasteles manidos por repartir… hay un atisbo de esperanza en el hecho de primar el criterio, las aptitudes, la calidad (que hay mucha), la cultura de base y la profesional y un verano y algo más por delante, en la que, les guste o no, los Ayuntamientos, Diputaciones, Teatros y Gobiernos Regionales van a tener que tirar de argumentos locales para entretener al personal.
La bomba ha iniciado su cuenta atrás. Nosotros mismos hemos contribuido, en parte, a acelerar su inminente detonación. A un lado, los que se vanaglorian de no entender de cultura y tienen un presupuesto por gastar, al otro, unos cuantos artistas, medios, técnicos con ganas de reivindicar que Alicante es mucho más que sol y playa.
Normalmente, teníamos todas las de perder, pero quizá ahora, hay un clavo más que consistente al que agarrarnos. Mientras el resto explota, disfrutad del colorido aliciente de los museos.
Titelles d'en Tonet dice
Llevo cinco o más años diciendo eso mismo y advirtiendo de lo que se nos venía encima sin que los artistas alicantinos reaccionen ni hagan nada. Llegáis tarde. Yo ya eché la persiana.
Alicante Live Music dice
Sí, genial. ¿Sabes que pasa? Las circunstancias cambian y, a veces, el único que pierde es el que tira la toalla. Quizá si todo lo que ahora destinas a la queja y la nostalgia lo destinaras a ayudar con tu mala experiencia a los que sí que tienen ilusión y no han bajado la persiana, igual habría un poco más de esperanza.
Igual el que llegó demasiado pronto fuiste tú…
Un saludo.